Ayer lo vi claro: Carla Bruni es una modelo que ejerce de actriz –mala, como todas–, que sobreactúa mohines y disimula mal que disimula cuando hace manitas en público con Sarkozy para así robar la escena. Solo le salva su capacidad para aguantar la risa. Lo pensé cuando la vi descender del avión, vestida de Azzedine Alaia con detalle torero; lo supe cuando se lanzó Dior escaleras arriba a un paso del Felipe Varela repetido de Letizia, o al verla saludar, tan jackiekennediana, en las escaleras del Prado. Carla gesticula tanto para evitar carcajearse en la cara de sus compañeras de reparto; la gran dama de la escena y la joven promesa que se toman su papel tan en serio; a ellas sí les va la vida en ello.
(LA VITRINA DE BOB POP - PÚBLICO - 28.04.2009)
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sé frívola